Los apacibles y húmedos canales de Amsterdam junto con la taberna México- City son los principales testigos de la conversación durante días de Jean-Baptiste Clemence y Duguesclin. Conversación o, más bien, monólogo del primero, puesto que Duguesclin nunca toma la palabra directamente y actúa como referencia para que el lector se identifique con él.
En La chute, se emplea el coloquio para reflexionar sobre la vida y el absurdo de la existencia. Para ello, Jean-Baptiste se apoya en sus historias y vivencias personales y profesionales como abogado (aunque él mismo se describe como juez penitente). Esta autodenominación refleja la altura y la bajeza en la que discurre el personaje, la ética y la perspectiva. El título de la novela puede hacer referencia tanto a la caída moral que azota al protagonista como a un suicidio en un canal de la ciudad que Jean-Baptiste observó sin determinación para intervenir.
La inocencia y la culpa están presentes durante casi la totalidad del libro, así como la carencia o tergiversación de valores, el ateísmo, la sociedad y el cuestionable porvenir humano. Describe la naturaleza humana de una manera visceral y, en suma, se entrelazan todas las partes de la filosofía del absurdo de Camus. Un resumen del sinsentido de la existencia y la fragilidad moral.
La justicia y la injusticia se dan la mano en una difuminada línea a través de la inteligente prosa de uno de los mejores novelistas del siglo XX y ganador del premio Nobel de literatura en el año 1957.