Cada día a las 20:00 en punto de la tarde mi calle se convierte en el festival de la canción. Que mi oído haya podido distinguir, he contabilizado hasta cuatro ventanas o balcones desde los cuales la música retumba como si no hubiera un mañana. Estoy convencida de que nuestro particular escándalo armónico se escucha más allá de los límites arquitectónicos del final de la Carrera Malilla.
Ayer sin ir más lejos se escucharon un popurrí de temazos para todos los gustos y edades. Desde el incombustible Resistiré – y su correspondiente coro de voces desafinadas – hasta el Bella Ciao – si a los partisanos que combatieron al fascismo en Italia durante la Segunda Guerra Mundial les hubieran dicho que en el siglo XXI una serie de televisión sobre atracos y máscaras de Dalí popularizaría su canción hasta el punto de escucharse en discotecas no se lo habrían creído –
Pasando por todo el repertorio de Manolo Escobar, Queen, King Africa, los Gipsy Kings, alguna canción de Cold Play, Gloria Gaynor, Rosalía, Carol G., el Baby Shark, pasodobles varios y el Sobreviviré de Mónica Naranjo que no falte. Como tampoco esa canción de Parchís – más vieja que la tos – cada vez que algún vecino cumple años en plena cuarentena. Sin embargo, a eso de las 20:30 a alguna mente privilegiada se le ocurrió poner Fiesta Pagana de Mago de Oz, seguida de toda la discografía de Héroes del Silencio como si de un concierto de rock se tratase. Sinceramente, no pudo hacerme más feliz. Por fin alguien con quien compartía gustos musicales aunque fuese en la distancia.
Para finalizar, el vecino o vecina con los altavoces más potentes le da al play y a continuación el himno de España quiebra el cielo a modo de despedida hasta el día siguiente. A este paso ya me veo competiciones para ver quien pone mejor banda sonora a nuestros días de obligatorio encierro.
Candidatos no faltarían. Otra cosa será el momento en el que por fin podamos salir y distinguir perfectamente a los habitantes de ese balcón-discoteca. ¿Seguirán animando al vecindario o se esconderán de por vida tras las cortinas muertos de vergüenza? De momento no podemos predecir el futuro, así que mientras tanto sigamos disfrutando del popurrí musical.